• MI LUCHA ES CONTRA EL ASISTENCIALISMO > ARTICLE

    21/10/2013

    Article de Fernando Bustamante, educador social i extreballador de Can Banús

    Rafael Pérez, Jairo, Juan Medina, Juanjo, Jordi Huertas, Jordi Claret, Toni, Manuel Castilla, Carlos, Pepe, Jorge Estévez, Tomás, Jorge Manzano, Jose Rodríguez, Paco, Josep Claret, Manolo Santos, Francisco Casas, Oscar, Víctor, Luis García…
    Nombres que son personas. Nombres de gente a quien conocí durante mi estancia en Can Banús. Personas que han muerto, que han vivido. Despedidas.

    Muchas veces he pensado que me gustaría escribir acerca de mi mirada sobre Can Banús. Al margen de textos sueltos o alguna columna, imagino un escrito que pudiera condensar cosas que considero esenciales, cosas para no olvidar. Hoy, a unos días de aquel 31 de octubre y a través de la distancia, voy tratando de tensar los hilos de la memoria para que no sople el viento del olvido -en un sentido literario porque los emocionales sería imposible, afortunadamente, perderlos-. Cinco años. ¿Cómo pueden pasar cinco años?.

    Cosas que me ayudaron, cosas esenciales.
    Entender que sólo he acompañado un momento en la vida de la gente de Can Banús, que es por sobre todas las cosas ‘su’ vida y que mi relación con esta realidad ha sido siempre en función de tratar de aportar cosas en positivo.

    Aceptar que el fracaso (por decir de alguna forma a las recaídas, expulsiones, suicidios o marchas de la casa), son responsabilidad de quienes viven en Can Banús. Aceptar con humildad y a priori la posibilidad más que real de que esto pueda suceder.

    Hablar con la verdad, acercarme a la gente con una mirada honesta y desde la alteridad. Desde un hipotético escenario en el que yo podría estar del otro lado.

    Pasarlo bien. Tratar de que nuestras diferencias personales sean compensadas con nuestras semejanzas. En este sentido he podido poner un espejo proyectándolo hacia la relación que tengo con mis amigos.

    Escuchar. Porque escuchar es crear puentes, es hacer sentir al otro que te interesa lo que le pasa.

    Opinar. El acto de escuchar en ocasiones pide de ti una opinión, un consejo. Yo he hablado, muchas veces. Y siempre he dicho lo que siento, lo que pienso. No lo que haría yo, sino lo que creo que sería mejor para él. Muchas veces sin medir las palabras en un sentido formal, esto es estando cerca de cómo lo diría a mis amigos.

    Saber que lo profesional no está peleado con lo afectivo.

    La apuesta siempre por el diálogo más que por la norma. La palabra como hilo conductor de la casa. Abordar los temas mediante la puesta en común, mediante la claridad. Convivir es, en este sentido, tratar de generar un ambiente sano sin necesidad de llegar al conflicto y por consiguiente a la norma.

    Creer en lo que hago. No sólo en un sentido de compromiso con el proyecto, sino y sobre todo en lo cotidiano. Crear desde las pequeñas cosas.

    Relativizar con la complicidad de la otra persona. No siempre es posible pero cuando se consigue se reduce la carga emocional que por ejemplo puede experimentar alguien.

    Tratar a las personas como adultos. Aunque paradójico, dada la diferencia de edades, en ocasiones se cae en el error de tildar de inferior al otro.

    Hay que creer en la persona, incluso cuando esté mintiendo. Preguntarse porqué miente, ahí está el aspecto a trabajar por él. Llegado el momento la mentira se revierte y le cuestiona.

    Desarrollar una suerte de intuición que te diga cuando es mejor no intervenir por ejemplo en un conflicto. A veces, cuando hay tensión y casi de manera inexplicable (porque somos seres humanos), las cosas se destensan por si solas.

    No instalarse en la patología de la persona. Sobre todo en aquellos cuya estabilidad psiquiátrica no dependa de nuestras ganas de ayudarle. Es preciso reconocer nuestras limitaciones a nivel equipo. Cuando nos instalamos en la inestabilidad de la persona poco podemos ayudarle, tomar distancia es además sano para el equipo.

    Evitar poner en evidencia a alguien delante de los demás compañeros. Ahora, si la persona públicamente cuestiona nuestro proceder eso nos legitima (si la ocasión lo amerita) a contrastarle también públicamente. Como ejemplo una reunión de grupo. Evidentemente y como regla de oro, mejor evitarlo.

    Transmitir que mi lucha es contra el asistencialismo. Que Can Banús debe ser un espacio de tránsito para lograr mayor autonomía. Esto con todas las personas, al margen de su estado físico. Aunque con muchos sea un imposible, esto debe ser el eje central de Can Banús. De lo contrario preservamos un sistema castrador del potencial de las personas.

    No olvidar el origen de Can Banús. La realidad de gente que moría en las calles sin que nadie les acompañara. Esta realidad, ya se sabe, ha cambiado. Pero este sentido humano debe ser llevado a la relación cotidiana. Los que viven ahí son los que conviven diariamente con lo que conlleva esto. Esa es una diferencia con nosotros y siempre se ha de tener en cuenta, invisibilizarla nos distancia y tratar de vender una historia de maravillosa armonía nos hace mentirosos.